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Opera en el vacío - Capítulo 5

Me encontré con Edward por última vez hace seis meses. Estaba sola, desarmada e indefensa... y él ni siquiera me hirió. Sólo me empacó en un traje espacial, me susurró al oído "Adiós Rena" y me lanzó al espacio.

Hoy lo veré de nuevo porque vi su vieja Gigas caer en Rashya. Hoy será la última vez.

Hace dos años, mi primer encuentro con Edward me obligó a ver tres cirujanos neurales. Hasta que uno pudo arreglar el daño que él hizo a los implantes. Ahora puedo conectarme con un Adaptador Synapse, que es justo lo que hago, interviniendo su señal.

Ed publicó una petición de un ingeniero capaz de arreglar su escudo. Abro "Xenos Synapse Search" y busco referencias de ingenieros mecánicos que arreglen naves "clásicas" ¿Por qué no hizo él lo mismo?

Solo hay uno: Eus Fyodor, millonario, ex corredor de carreras hiperespaciales Formula 1. Conocido por su excentricidad y amor por las máquinas viejas. Su sitio Synapse es stp:rashics.com.rashya. Trabaja en un taller-hangar flotante, en el Desierto de la Eternidad del continente De Abajo.

Lo pillaré fácil. Me enlazo por Synapse a los satélites solares de Rashya, esperando que alguno tenga transmisión óptica del planeta. Ninguno. Tendré que volar al Puerto Espacial para que me den permiso de entrada a la atmósfera y buscarlo “a la antigua”.

Sabes que un planeta tiene problemas de contrabandistas porque emplean estos incómodos Puertos Espaciales. El de Rashya es una simple estación en órbita a la que enlazo mi nave. Dos agentes federales suben a bordo.

- Identifíquese - Dice uno de los agentes.
- Soy Rena, Vigilante registrada, ¿Y tu?
- Ejem - tose el agente - ¿Su apellido?
- Eh.. Von.
- El apellido completo, ¿Von Kirsoff?, ¿Von Zajlini?
- Von Volfied - le digo, esperando la obvia reacción.
- Correcto, permítame su dedo índice.

Wow, es la primera vez que alguien no hace un escándalo por ser quien soy. Es bueno, pero no me siento tan bien como creí que lo haría cuando la gente dejara de asociarme con mi padre.

Un agente me hace un sondeo de salud con el escáner que conectó a mi dedo y el otro revisa a fondo todo mi cuarto/bodega con un Ilegalometro. Da un poco de lástima porque trabaja a conciencia, pero es obvio que un contrabandista conoce mil formas de esconder carga ilegal de sus detectores.

Sigue el cuestionario de rigor, estos feds son famosos en la galaxia por su manía de cumplimiento de reglas y su estricto control hormonal. Dicen en .Gaia que todos son vírgenes y sus impulsos son regulados por drogas que se inyectan mensualmente. Vivir seis meses por turno en una estación espacial de control es prueba de ello.

- ¿Cuánto tiempo lleva en gravedad cero? - me pregunta.
- Hago paradas en varios planetas de no más de un día, pero llevo 2 meses de vuelo constante.
- ¿Ha tomado Calfusina para evitar el deterioro óseo?
- Todas las mañanas - Le guiño, inquietándolo. No son infalibles.
- ¿Motivo de su visita a Rashya?
- Vengo a matar a alguien.
- ¿Su objetivo es habitante de Rashya?
- No, es un tipo que acaba de estrellarse contra el océano, una fragata Gigas.

El agente lleva, como todos los empleados del congreso, implantes neurales y Adaptadores Synapse. Cada palabra que digo será registrada en la computadora de la estación espacial.

El otro agente termina de registrar el puente de mi nave y se me acerca, luego me dice, como recordando algo:

- Nosotros detectamos el Gigas que persigue, le estoy pasando las coordenadas donde fue visto por ultima vez. Son del Desierto de la Eternidad.
- Gracias - le respondo con mi mas encantador tono de voz. Él me ignora.

Grandes ejemplos de disciplina y control hormonal los agentes federales del congreso.

Desacoplo mi Valkiria del puerto. Siento en mi mente como el agente, tal como prometió, me envía un correo con la curva de trayectoria de Edward. También me envía su identificador de contacto instantáneo por si algún día quiero charlar con él en privado. Sabía que no podría resistirlo.

Calculo una ruta de entrada, preparo los jets de las alas en modo “vuelo atmosférico”. Escucho como los impulsores espaciales de la parte de atrás de la nave entran mecánicamente al interior de la coraza, al tiempo que los jets se despliegan en las alas. Estoy bajo el cielo de Rashya.

¿Sentiré lo mismo que sentí en la estación espacial cuando atrape a Ed? No debería preocuparme por algo así, pero no puedo evitar pensarlo. Dos años de persecución a punto de terminar, ¿Valdrá todo esto la pena?

Claro que lo vale. Lo atraparé antes de que entre a su nave. Leeré en su rostro el último pensamiento que tiene al verme. Uff, empiezo a hiperventilar un poco y me calmo. Necesito concentración para pilotar una Valkiria sólo con el enlace mental de los implantes.

Veo en el horizonte del desierto el hangar flotante, despliego las armas por si acaso y escucho como partes del casco se abren afuera y mis formidables cañones del disruptor iónico quedan listos a disparar.

En esta nave, el espacio lo es todo. Pero también la elegancia. Cuando las cosas no son necesarias, se esconden dentro del fuselaje. Como los jets o los cañones. Así que cuando ves el destello carmesí que deja una “Xenos Valkiria” al volar, sabes que quien la pilotea tiene estilo.

No como esas feas aeropatrullas, vehículos de policía que no funcionan en el espacio. Son grises, con antenas por todas partes, turbinas ruidosas que la hacen parecer una ballena voladora. Prácticas y mortales, pero tan toscas que no quieres ni acercárteles.

Dos de ellas vuelan en un curso similar al mío. Aún no las he visto, pero el radar me indica que están muy cerca al hangar.

El techo del hangar se rompe de repente. Una nube de escombros evita que vea lo que sucedió, por lo que cambio a modo infrarrojo en la ventana del puente.

¡Lo sabía!, debí acercarme en modo stealth. Es Edward el que despega del hangar, seguro me detectó.

Las aeropatrullas cambian de curso y ¿Se dirigen a Ed?, si, su objetivo es el Gigas y empiezan a dispararle. Aumento a potencia máxima hacia los bastardos. No pueden quitarme mi objetivo así nada más.

El informe telemétrico de la computadora me preocupa. Esos policías llevan misiles de carga estática, armas de fotoimpulsos y mucho, mucho blindaje. Rashya es un planeta difícil.

¡La emoción de la gran pelea! Pongo “Inverno de Vivaldi” en los altavoces y paso a modo manual. Se encienden dos burbujas en el panel de control, donde pongo mis manos, así tendré maniobrabilidad máxima.

El par de policías en serio quieren hundir al Gigas. Disparan todo lo que tienen mientras Ed los esquiva. Esa cosa vieja en la que él vuela aún puede estar a la altura de un escape galante.

Estoy a solo 10 kilómetros de la acción. Disparan un misil y Ed gira en el aire de la forma más estúpida que podría imaginarme. Se salvó, pero ahora los tiene encima.

Cargo la energía del disruptor iónico central mientras preparo los cañones autocentradores de las alas. Tendrán mas blindaje encima que una quinceañera de Salfen, pero no soportaran una descarga entera.

Me elevo perpendicular al trayecto de la primera patrulla, la punta de mi Valkiria queda alineada con el costado de la patrulla. Veo en el holograph táctico que el disruptor está en rango de tiro. Disparo.

¡Jaja!, hace tanto tiempo que no le echaba esa cosa a alguien. Hoy hay una viuda más en Rashya que advirtió a su esposo no entrar a la policía. El rayo azulado se extiende 2 kilómetros e impacta a la velocidad de la luz. Si alguien nos viera desde el hangar, parecería que una cuerda de luz unió por unos instantes a dos aves en el cielo.

La jodida patrulla se desintegra en mil pedazos y de la explosión caen restos como pétalos de girasol. Escucho en los altavoces el segundo movimiento veloz de “Inverno”.

Que gran analogía poética, cambiaré de profesión cuando termine con Ed.

Giro sobre mi propio eje al ritmo de la música. El radar indica que Ed llegó a velocidad de escape, pero un segundo misil lo impactó, destruyendo parte de sus hipergeneradores exteriores. Saldrá del planeta, pero no irá lejos.

Conecto mi mente al Synapse por un instante, me preparo a embestir la otra patrulla mientras le envío un mensaje al Gigas de Ed, “Eres sólo mío”. Para dejárselo claro.

El disruptor central necesita dos minutos para enfriarse, cargar y disparar de nuevo. Me enlazo a las cámaras de puntería de las armas de las alas. Son cañones iónicos, pero más pequeños. Atravesarían a una persona, pero no harían mucho daño a una aeronave como las patrullas.

Concentro todo el fuego en la cabina de mi enemigo, pero el piloto es realmente bueno. Hago unos giros para evitar sus fotoimpulsos, cruzo a toda velocidad por encima de él y volteo la nave para encararlo.

Me golpeo tan fuerte la cabeza que la nave pierde el control por un instante, abro los ojos de nuevo y me doy cuenta. No estoy en gravedad cero, no puedo dejar de girar y quedarme boca abajo. Instintivamente reubico la nave con el techo apuntando al cielo de Rashya. Demasiado tarde, me descargaron un misil encima. Intento evadirlo, moviendo la nariz de la nave al suelo, pero el misil es mas rápido que mi aceleración, dándome en el ala derecha.

El jet no se dañó, pero la aerodinámica esta arruinada, vuelo a saltos y estoy muy, muy molesta.

Se olvidaron de Ed y me quieren a mí. Voy en picada hacia el suelo, apago los jets para que los misiles no vuelvan a darme y pliego ligeramente las alas para que el viento no se oponga a mi caída.

La patrulla me persigue a mi misma velocidad. Dispara dos misiles y se da cuenta que sus sistemas de guía no sirven. Enfoco el cañón del ala izquierda a la ventana de la cabina de la patrulla.

La cámara muestra a los tripulantes. Son dos, ambas mujeres, deduzco que una es artillera y la otra es piloto. Ahora entiendo porque me está costando destruir esa aeropatrulla.

A 50 metros de estrellarme, apunto los jets al suelo y los enciendo, giro 180 grados y en el instante del giro, muevo los jets de nuevo hacia atrás. Impulsándome hacia arriba.

Las cogí por sorpresa, porque la patrulla sigue en curso de colisión. Escucho el retumbar de sus turbinas contra el desierto. No se estrellaron, era obvio que no, pero ahora me persiguen tal como perseguían a Ed dos minutos antes.

El disruptor central está listo, los violines suenan violentamente en todo el puente, al frente sólo veo el cielo.

Mi arrugada ala derecha, dañada por un misil, hace que mi vuelo sea errático. Aunque me permite evadir, mejor que cualquier maniobra, sus fotoimpulsos. Ellas no cambian de trayectoria, seguro creen que no puedo dispararles más que con los pequeños cañones autocentradores. El disruptor iónico gira, apuntando hacia la patrulla, carga y dispara.

Hay un hoyo uniforme en su techo, como si fuera un canal cilíndrico, con marcas al rojo vivo, producto del rayo.

¿Y siguen volando!?

Apenas rasgue la coraza de esa cosa, los motores siguen empujando la patrulla tan rápido como pueden. Pero no sería cazarecompensas si estas situaciones fueran problemas para mí.

Atrás de mi nave, dos cables salen disparados. Uno es esquivado por las policías, pero el otro las alcanza. La punta del cable es un gancho electromagnético que se pega al fuselaje de mis obstinados agentes de la ley. Giro los jets, de modo que el del ala derecha apunte toda su potencia hacia atrás de la nave, empujándome. El otro lo dirijo hacia un lado, haciendo que gire y jale al mismo tiempo.

Igual que alrededor de las estrellas giran los planetas, las policías giran alrededor de mí. Mi intención es hacerlo tan rápido que pueda lanzarlos al suelo y escapar al espacio, donde no podrán perseguirme.

Me lanzan todo. Veo misiles salir en todas direcciones, ninguno me alcanza, pero sus fotoimpulsos si que me golpean, ahora que están en línea recta conmigo. Escucho como rompen la compuerta del impulsor espacial con el continuo castigo.

De repente un misil se estrella, de lado, contra el expuesto impulsor espacial. Lo rompe en mil pedazos, reventando el cable que me unía a la patrulla y lanzando a ambas naves al espacio.

Estabilizo el incontrolable giro con los jets, pero servirán de poco en el vacío. Los cuerpos de los policías flotan en el breve instante de baja gravedad que tuvieron, saliendo de la rota patrulla y cayendo, de vuelta al planeta.

Me quedaría un rato a meditar acerca de las dos formidables pilotos que casi me matan, pero ahora estoy en el espacio. Me preocupa tener que volver a Rashya a arreglar el impulsor espacial. Sin él, jamás saldré de este sistema solar.

Los jets me impulsan todo lo que pueden hasta el espacio. Repliego las armas, pero el ala derecha esta muy dañada y el cañón de esa parte no puede entrar al fuselaje. Intento imaginar lo horrible qué debe verse mi nave ahora, pero prefiero seguir pensando en qué hacer.

Luces rojas se extienden por las holographs del radar, un cable de tracción de otra nave me enganchó, miro en las cámaras quién fue y veo la abultada forma de un Gigas.

Edward me lanza 3 cables más, capturándome por completo. Los cables empiezan a acercar mi nave a la de Ed. Mientras leo un mensaje que él me envía en el holograph central.

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Si Rena. Sólo tuyo.
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