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Opera en el vacío - Acto 4

La humanidad es grande, realmente grande.

Esto no la hace buena o mala, sólo humana. Aunque la historia se empeñe en tratar de contradecirlo.

Por ejemplo, en el olvidado mundo del que todos salieron, la conquista del espacio empezó con unos llamados rusos y otros llamados americanos. Cuentan que ambos se unieron con un fin científico común: Matarse a misilazos. Es la historia del primer satélite.

Eran épocas primitivas. De gente arriesgada conduciendo vehículos de aluminio a 120 kilómetros por hora, cuyo impulso se basaba en explosiones continúas de algo que llamaban gasolina. Pero por arriesgados que fueran, no se decidían a salir al universo.

El mismo año que un hombre pisó por primera vez la roca estéril que era el satélite del mundo natal, lo que la gente vio como “Un gran paso para la humanidad”; otro hombre inició el primer nodo de una red global de información, lo que vieron como una “comunidad de colgados electrónicos”.

A diferencia de la roca estéril, que no dio más que problemas, la red evolucionó.

Pero cuando todos asimilaron la red de información, la humanidad perdió gradualmente el interés en la conquista espacial.

Se cree que la especie jamás habría emigrado de su mundo, sí no fuera porque las pequeñas colonias espaciales que establecieron en satélites y planetas cercanos, lo arrasaron.

De este modo, forzados por el inconsciente y, en ocasiones, no del todo sabio impulso de seguir con vida, se empezó a forjar el camino que los llevaría a las estrellas.

Aburridos por los 350 años requeridos para terraformar cada planeta que parecía habitable, iniciaron el segundo renacimiento de la tecnología.

Los saltos espaciales al instante, por ejemplo, prometían viajes cortos y comunicación constante con los planetas conquistados. Aunque las redes de cada mundo, limitadas a la velocidad de la luz, degeneraron en feudos aislados de información sectorizada por planeta, con intercambios planetarios egoístas y lentos.

Casi se perdió la esperanza de que la humanidad estuviera de nuevo unida.

Hasta descubrir una forma de teletransportación cuántica, capaz de transmitir mensajes instantáneos a cualquier parte del universo. De este modo, recreando la antigua red, a nivel galáctico, nació el Synapse. Dando inicio a la era actual.

Claro, hubo varias legiones de Soldados de Marketing (Una facción militar armada de mercenarios, contratados ocasionalmente por gobiernos o empresas) que insistieron en ponerle “La Red 9.0”, desencadenando una de las mas sangrientas guerras de la historia de los 80 mundos (No comparable con la Guerra de los Tres Soles), pero siendo derrotados por un recorte de presupuesto que sus lideres impusieron al final.

De la red antigua con conciencia colectiva social, un elemento sobrevivió en el Synapse. Una base central de conocimiento libre, alimentada por el saber de las personas conectadas. Su nombre era “Gaia”, pero debido a que Xenos, una multinacional de franquicias, registró el nombre como la identidad de un snack hecho de restos de periódicos y moras frescas, ahora la gente llama a esta biblioteca colectiva, dotGaia.

Cuando te conectas al Synapse, puedes hacer que todo lo que le hables a tu computadora, sea registrado e indexado en .Gaia. Por esto, muchos comerciantes, mensajeros y repartidores interplanetarios de comidas rápidas Xenos, acostumbran leer artículos en .Gaia relacionados con sus misiones.

.Gaia te alertará, antes de entregar un paquete en Salfen, que los habitantes de ese mundo podrían dispararte si llevas botas rojas. También puedes saber con anterioridad las coordenadas de asteroides de alta riqueza metálica cerca a tu ruta, o qué enfermedades virales han emergido en los mundos más cercanos al centro de la galaxia.

Más que un servicio de noticias en tiempo real, la gente llama a .Gaia la conciencia colectiva definitiva de la humanidad, donde el conocimiento se preserva y la lógica se vandaliza.

En esta ocasión, los foros de .Gaia discuten por algo que pasó ayer. En un planeta solitario llamado Rashya, un don nadie se quedó sin combustible y se estrelló, en una nave que se ve sólo en holografías del Museo Synapse. Un tal Edward.

Pero sobrevivió a su caída, bajando a mano su escudo y maniobrando para estrellarse sobre el océano. En el único ángulo donde el material del escudo absorbería todo el impacto.

El escepticismo hizo que, en el transcurso del medio día, aparecieran sitios Synapse que aseguraban que .Gaia ya no distinguía entre la verdad y la ficción. Mostraron gráficos de teoría de errores para desacreditar el caso. Al tiempo, se creó una comunidad “proEdward” en la que defendían la veracidad de la historia. El movimiento recibió tres millones de lairos en donaciones en su primera hora.

Hay dos personas que leen esta historia con especial interés. Viven lejos, en Xenum, el alejado y civilizado planeta corporativo de la empresa Xenos. Son marido y mujer.

Dos samuráis, cuyas cristalinas espadas, diamantadas de acuerdo al estilo tradicional, fueron forjadas el día de su boda. Viven en una isla-condominio flotante sobre los vastos y limpios océanos de Xenum. Un lugar con jardines, invernaderos, jacuzzis biofluorescentes, baterías antiaéreas y poderosos escudos.

Sus miradas hacen temblar a cualquier ser mortal tocado por ellas. Sus morfotrajes resisten el calor del centro de un sol o el frío del espacio profundo. Su nave Dragoon hace que el suelo se rinda a su paso y se abra en cortesía tras su despegue. Sus holocard bancarias hacen que los empresarios se arrodillen e imploren su aparición en comerciales de televisión, comprando en sus tiendas y almacenes.

Son el grupo legendario de “Cobradores Pagados” de Xenos Inc., una leyenda que no crees hasta verlos en tu puerta. Se dice en .Gaia que son veteranos Soldados de Marketing que Xenos logró incluir en su nómina. Se dice que se mudaron a un condominio flotante porque al hacer el amor, los vecinos se ruborizaban y las tasas de divorcios subían. Se dice que son la prueba de que la evolución humana continúa... se dice que sólo una persona se les ha escapado de las manos. Pero nadie lo cree.

Ambos, conectados a Adaptadores Synapse en implantes neurales, ven como .Gaia les ha dado la pista definitiva. Ven un correo de la asistente del presidente de Xenos, con categoría “Trato especial”, la única que ellos leen, indicando lo mismo. Dos frases reconocibles, un nombre, una misión

Así Shiro y Mitsuki, cobradores pagados de Xenos Inc., dan de comer a su gato, hacen el amor en su patio, enfundan sus katanas gemelas y despegan en su invencible Dragoon.

Al salir de la atmósfera de Xenum, mientras calientan motores de escape, entrelazan sus manos y centran su atención en la pantalla que, frente a ellos, muestra su próximo trabajo.

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Búsqueda y Captura
Edward Lorentz
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