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Opera en el vacío - Capítulo 13

A las 6:98:32 del día 16 del mes Xel del año 8086, la operación de regeneración biomolecular de Edward Lorentz inició.

- ¡Eres un niño! - gritaba la madre.
- Tengo 15 años - respondió Edward calmado -. Soy mayor de edad y lo haré.

Esa fue la última conversación con mi madre. Ella sabía que me uniría a la Flota de los Tres Soles en cuanto terminaran de construir el puerto espacial y llegaran las naves de reclutamiento. Nunca hubo un puerto en mi pueblo, ni siquiera transbordadores orbítales, por eso hoy es especial. Sin embargo, estudiábamos; aprendíamos acerca de impulsores, turbinas, física y generadores. Me acerco a la fila para enlistarme y recuerdo aquellas tardes en la escuela, aquel sueño de todos de convertirnos en soldados y llegar al espacio. Esperábamos el día que la Flota llegara y lograra sacarnos de este infierno árido que llamamos hogar. Hoy es el día.

- Hola Vince.
- Hola Ed - me saluda él desde la fila.

Vince es mi vecino y amigo desde que recuerdo. Su madre murió al dar a luz y su padre se convirtió en un ebrio por ello. Aunque comía en mi casa nunca aceptó vivir con nosotros. Mantuvo a su padre con su trabajo hasta hace un año, cuando lo encarcelaron por robar un cerdo. Aún no me explico cómo ese borracho desnutrido pudo correr tres kilómetros afuera del pueblo con el animal de dos metros a cuestas.

- ¿Te unes a la Flota? - me pregunta Vince.
- Si me dejas entrar en la fila lo pensaré. Esas veinte personas atrás tuyo harán que las naves despeguen antes de mi turno.
- Pero sería una descortesía con este caballero - dice, girando y viendo a quien estaba tras él -. ¿Verdad que lo sería señor?

Nosotros lo conocíamos. Bretto, un niño flaco de dieciséis años que nos golpeaba en la escuela. Abusaba de nosotros hasta el día que nos encontró juntos. Vince aún bromea de cómo la cicatriz atrás de su oreja jamás sanó. Nuestros recuerdos escolares son los mejores gracias a esa ocasión.

- No creo que al señor le moleste - Digo yo, mirándolo a los ojos -. ¿Verdad que no Bretto?
- N... No, no.
- Será un placer servir juntos en la Flota - Le dijo Vince -. ¿No lo crees así Bretto?
- Cla... Claro. Vince, claro.

¿Mencioné lo de la cicatriz?

- Pero Vince - Dije volteándome, de modo que quedara en el medio de ambos -. ¿Qué tal que Bretto no sea escogido?, ¿O si nos ponen en una nave distinta?
- No Ed, no. Le pediré especialmente a los oficiales de la Flota que nos mantengan unidos, tenemos grandes memorias nosotros tres.

Vince se acercó dos pasos, quedando a centímetros del rostro de Bretto. La sonrisa irónica y mirada oscura que siempre usaba cuando alguien nos desafiaba en las noches del pueblo.

- O quizás -. Le susurró Vince -. Ocurra un accidente terrible.

Fue cuando todo se puso blanco. Tardé unos instantes en darme cuenta que el dolor punzante en mi nuca era causado por el golpe de un objeto contundente. Volteé casi al mismo tiempo que Vince para enfrentar a nuestro agresor. Esa fue la primera vez que lo vi. El uniforme azul oscuro, las franjas cromomórficas en el pecho de medallas ganadas, las tres alas en los hombros de Capitán y el sable que me había golpeado en la cabeza.

- O quizás yo los envíe a ustedes dos a casa antes. - Dijo él -. Material rebelde es lo último que queremos en la Flota de los Tres Soles.
- Perdone Capitán Axe - Se disculpó Vince -. Es un honor conocerlo señor.
- Es... es usted en serio... - Balbuceé.

El Capitán nos miró fijamente, analizándonos sin decir nada.

- Vengan adelante, les haré yo la entrevista de reclutamiento.

El capitán avanzó a paso enérgico hacía las naves atrás de las mesas de entrevista y le seguimos felices. Vince me sonrió. Jamás supe que cara puso Bretto pero sí que pude imaginarla. Pasamos la duna detrás de las mesas y vimos el puerto espacial de la Flota. No se realmente cuantas naves habían, pero pude contar diez Gigas insignia, cinco escuadrones de diez Valkirias y por lo menos doscientas fragatas solares y warhammers. En el cielo sobrevolaban Scouts y Rangers movilizando suministros. Al fondo se podía observar el delgado cable ascendiendo al cielo del ascensor espacial. Un hilo negro fijo en tierra cuyo extremo en el espacio terminaba en el Arcángel, una de las estaciones espaciales de combate de la Flota en orbita de Rashya. Sentí mi cuerpo enfriarse y note que Vince tropezaba al caminar.

- No se impresionen niños -. Decía el capitán -. No es ni el uno por ciento de la Flota. Vengan a mi nave.

Llegamos a ella. El imponente impulsor espacial se alzaba ante nosotros. Grandes cohetes alimentados por los reactores de fusión. A los lados, turbinas atmosféricas de varios metros de diámetro a las que varios técnicos hacían pruebas de poder. En la escotilla de entrada, atrás de la nave y debajo del impulsor, se veía el escudo de la alianza de los tres soles y el nombre de esa nave. Gigas Opera.

Al entrar, un espacio inmenso que en el techo decía “Bahía de Carga”. Tres naves Scout colgaban de brazos de parqueo, listas para salir a combate desde el vientre de ese Gigas. A los lados, extraños mecanismos robóticos organizaban lo que reconocí como misiles nucleares teleguiados. Imaginé a esos mismos mecanismos expulsando a los misiles en batalla. Dos suboficiales técnicos revisaban con computadoras de mano militares todo el proceso. Era la primera vez que veía una computadora de mano que pudiera conectarse al Synapse sin dispositivos externos. En Rashya siempre usábamos las terminales centralizadas que se conectaban al satélite de conexión Synapse.

Seguimos nuestro camino subiendo las escaleras al fondo. Arriba había una gran sala, ocho compuertas, cuatro a cada lado que llevan a los camarotes, una cocina y una gran mesa sobre la que flotaba un holograma táctico. Deduje que el mapa tridimensional sobre la mesa representaba a cada nave en tierra. El capitán dio media vuelta y se encaró hacia nosotros. Noté que vestía una armadura debajo del uniforme, quizás un exoesqueleto de refuerzo muscular. Una persona que vive en el espacio pierde fuerza muscular, aún si toma diariamente las dosis obligatorias de Calfusina. Además, Rashya tiene una de las gravedades más fuertes de los planetas habitables. El capitán no se ha de sentir a gusto en 1,5G.

- Caballeros - dijo el capitán -. ¿Por qué desean unirse a la Flota?

El holograma táctico cambiaba a cada momento y notaba cómo naves subían y bajaban del espacio. Cada nave era una sombra en color amarillo a excepción de una al frente de color rojo. Por su forma y color, deduje que era el Gigas en el que ahora me encontraba.

- Deseo servir y proteger a los planetas de la alianza - respondí casi gritando -. Conservar la gloría y el honor de los Tres Soles y de mi hogar.

El capitán se rió a carcajadas, yo me mareé al borde del desmayo.

- Conmovedor - dijo entre risas -. Ahora tú, el otro, se sincero.
- Quiero largarme de esta seca roca señor.
- Ahora eso es sinceridad, ¿Cómo te llamas?
- Vince, señor.
- ¿Y tu?
- Edward - respondí.
- Bien. Vince, Edward, les daré estas armas. Dispararán a lo que yo ordené.

El capitán Axe nos entregó pulseras paralizadoras. Ajusté el arma en mi muñeca mientras el capitán manipulaba el holograma del centro, cambiándolo a lo que parecía la simulación de una batalla espacial.

- Disparen a todas las Valkirias de la Flota Internacional que vean.

El holograma se empezó a mover a altísima velocidad, las estrellas en el fondo rotaban a cada instante y en primer plano se podía ver la antena-cañón de una torreta de plasma. Una escuadra de cuatro valkirias pasó a toda velocidad por los límites virtuales del holograma. Vince movió su brazo a ellas y disparo en varias ocasiones. La simulación holográfica mostró a dos valkirias incendiarse e implosionar. Una de las valkirias restantes giró y cargó el arma principal que llevaba debajo. Descargué ráfagas de mi cañón contra el arma antes de que me disparara. La última Valkiria le dio a Vince al tiempo que él contraatacaba.

- No está mal, tienes puntería y conocimiento Vince - dijo el capitán, ignorándome por completo -. ¿Sabes pilotear cazas de combate?
- No señor, aquí en Rashya no tenemos ese tipo de simuladores.
- Claro, bien, no eres piloto pero eres buen material. Me falta un artillero aquí en mi nave, ¿Entras?
- Gracias señor.
- ¿Y yo señor? - le pregunté, intentando que mi “señor” sonara convincente. Sonó ridículo y forzado.
- ¿Tú sabes hacer algo?
- Mi puntería es mejor - dije titubeando -. Conozco el funcionamiento de las naves de guerra de clase Gigas y sé de balística.

Me ahogué. El mundo daba vueltas, era mi oportunidad única, el momento de mi vida. Vince me miraba con ojos de ansiedad. El capitán miraba al holograma táctico que recién volvía a aparecer sobre la mesa. Mi mente pensaba en mil cosas que pudiera decir o hacer para cambiar mi situación, pero mi cuerpo no se movía.

- Entra al camarote tres Soldado Vince, ponte el traje de combate y prepárate para ir al ascensor espacial.

Vince abrió la boca pero no dijo nada. Levante mi mano izquierda para despedirme. El abrió la escotilla y se perdió en las entrañas de la nave. El capitán Axe no dijo nada más. Yo sabía lo que eso significaba, di media vuelta y salí de la sala de la nave.

- También se cocinar - dije como broma estúpida antes de llegar a las escaleras.

Baje las escaleras, sentí un estruendo aturdidor, me enredé, caí de frente y me rompí la nariz contra el suelo del Gigas. Luces rojas se alzaron por todas partes y una suave voz femenina decía “Condición roja, puestos de combate” en un ciclo infinito. Los técnicos salieron corriendo de la nave y siete personas, soldados profesionales con trajes de combate entraron a toda prisa. Dos de ellos me levantaron del suelo y me impulsaron a salir de la nave, los demás subieron hacía la sala que antes había dejado.

- Los civiles no deben estar aquí - dijo uno de ellos -. En minutos tendremos que despegar.
- No soy civil - le respondí con la locura en la cabeza -. El capitán Axe me acaba de nombrar artillero.
- Entonces suba a ocupar su puesto de combate soldado.

Los dos soldados que me ayudaron a levantar subieron hacía los brazos de parqueo y entraron a dos de los Scouts. Eran pilotos de combate. Subí a la sala y vi como cuatro de los otros soldados entraban a las escotillas de los lados. Entendí que cada camarote tenía algún tipo de arma que controlar y que ellos eran artilleros. Vince estaba mirando incrédulo el holograma táctico. Un agujero de más de cien metros había arrasado con muchas de las naves estacionadas en tierra. El capitán Axe estaba frente a mí, manipulando una pequeña imagen frente al holograma táctico. Comprendí que trataba de comunicarse con alguien.

- Comando Arcángel, aquí Axe de Opera, adelante.
- Este es Comando Arcángel A-13 a todos los vehículos en tierra. Despeguen de inmediato a orbita geoestacionaria. Combate inminente en treinta minutos. Los reclutas recién enlistados deben llegar al ascensor para ser asignados en la estación espacial. Capitanes, despeguen sus escuadrones de combate ahora mismo. Descargaremos información de daños ahora mismo a sus implantes neurales. Cambio.

El capitán Axe conectó un adaptador Synapse a su nuca, se quito la chaqueta del uniforme, me miró brevemente a los ojos y caminó hacía el puente de mando. El copiloto, un teniente, le entregó un traje espacial de combate. Se lo puso inmediatamente y se sentó en la silla del piloto.

- Este es el capitán - decía su voz a través de toda la nave -. Fuimos bombardeados por una sonda furtiva de la FI. Despegaremos de inmediato. Es probable que sea el preludio a un ataque masivo así que mantendremos condición roja en toda la nave. Sólo hay cuatro artilleros y dos pilotos de scouts pero la mayor parte de la flota ya está en posición defensiva alrededor de la estación espacial Arcángel A-13. Vince, si estás congelado en la sala táctica, muévete al camarote tres, te quiero de artillero.

Vince se estremeció, corrió en busca de la escotilla tres y se tropezó conmigo. Me miró con una cara de terror que sólo vi el día que arrestaron a su padre. Su temor no era por la situación sino porque yo estuviera ahí. Me tocó el hombro y regresó al camarote de artillería.

Sentí el rumor de las turbinas encendiéndose y pude ver como en el holograma táctico muchas naves se elevaban al cielo como arena en el viento. Perdí el equilibrio y caí sobre la mesa. Miré a todas partes y encontré una silla detrás de la cocina. Debajo de la silla encontré un traje espacial que me puse con dedos temblorosos mientras sentía la presión en el pecho del ascenso de la nave. Sólo me quité las botas, mi pantalón se arrugó por dentro del traje y me incomodaba al moverme. Varias correas automáticas me rodearon y ajustaron a la silla. Sentí un leve vibrar en mis manos y comprendí que los guantes del traje eran interfaces neurosensibles con la computadora de la nave. Mi rostro quedó de cara al holograma táctico.

- Plegando escudo - dijo la voz de la nave -. Elevación 100 metros, preparando ascenso espacial. Velocidad estimada de escape, 16,5 kilómetros por segundo. Encendiendo jets.

Cerré los ojos y sentí en mis ojos el cambio de luz a oscuridad. Al abrirlos, observé en la cúpula transparente arriba de la sala sólo oscuridad y estrellas.

- Salimos de atmo - escuché en los altavoces de la nave -. Un minuto para enlace con el Arcángel.

El Arcángel. Una inmensa estación espacial bañada en gris y rojo metalizado. En el centro de la estación, dos partes móviles como anillos inmensos giraban una al contrario de la otra, eran los centrifugadores que creaban la gravedad artificial de la estación. A los costados se leía el nombre de los tres planetas. Auros, Lumen y Maia. Aquellos que orbitaban los Tres Soles.

- Condición naranja, ruta de enlace confirmada - dijo la femenina voz de la nave.

Cien, no, mil naves giraban en todas las rutas y posiciones alrededor de la estación. A mis ojos parecía un baile caótico, pero el holograma táctico mostraba las precisas rutas que formaban el campo de contención. La adrenalina no me había permitido notar que estaba flotando. Mi cuerpo sentía que caía a un abismo sin fin y mi cabeza no podía elegir que dirección era arriba y cual abajo. El capitán salió del puente y flotó hacía el holograma táctico. Me quede congelado mientras veía como se impulsaba en agarres que había en el suelo de la nave y llegaba a las escaleras, que bajaba de cabeza. Me ignoró de nuevo.

Mi mente jamás lo sintió, pero pasaron más de cuarenta minutos desde el despegue hasta que el capitán volvió, molesto. El holograma táctico mostraba al Arcángel en el centro y miles de naves alrededor. El capitán flotó a través del holograma y llego al puente desde donde gritó.

- ¡No nos darán más artilleros!
- ¿Por qué capitán? - le preguntó el copiloto -. ¿No teníamos tripulación entera al llegar?
- Cuatro de los nuestros murieron en la explosión de abajo. Los soldados profesionales están ocupados en las baterías de la estación o en...

Luces de emergencia se encendieron de nuevo en toda la nave, “Condición Roja” volvió a repetir la voz de la nave. Manchas azules aparecieron alrededor del perímetro amarillo de las naves de la Flota.

- ¿Qué es Leo? - pregunta el capitán Axe a su copiloto.
- Estelas de radiación, parecen operaciones de frenado de naves a velocidad subluz.
- Naves de la FI, ya vienen por nosotros. Ponme en los altavoces de la nave.

La nave se desprendió del Arcángel y voló hacía el borde del perímetro de defensa donde la mancha azul era mas cercana.

- Este es el capitán - dijo Axe a toda la nave -. Combate inminente en cualquier momento. Artilleros del uno al cuatro se encargaran de cacería de vehículos hostiles. Liberaremos ahora mismo los Scouts, ellos nos darán cobertura e intercepción de misiles. La misión es proteger el Arcángel a toda costa.

- Vince - habló de nuevo el capitán, pero sólo para el camarote tres. No entendía por qué podía escuchar eso -. Escúchame. Tu camarote es una batería de combate. Controlas un pulso cortador de plasma con tu mano derecha. En un momento, las paredes del lugar de donde estas se convertirán en proyecciones holográficas del espacio y sentirás que estas afuera de la nave, pero es sólo una proyección, recuérdalo. Sólo tienes que hacer lo mismo que hiciste en la superficie de Rashya. Apunta y dispara. No dispares a las naves con indicador dorado, sólo aquellas con indicador azul. ¿Entendido?
- Sí, sí señor.
- Se dice “Sí capitán”, es la Flota, no la infantería móvil.

Sentí un estruendo y lo vi. Millares de puntos azules salidos de las manchas. Valkirias y cruceros de batalla en cantidades incontables para un ojo humano. Salidos de velocidades relativistas al espacio de Rashya. Una de las manchas azules aún no se disipaba pero las demás eran suficientes para hacer estremecer a la Flota.

- Algo está mal. - dijo el capitán.

Y en verdad algo estaba mal, las naves sólo estaban ahí, quietas. Ya deberían haberse acercado a atacar. De los cruceros de batalla empezaron a salir miles de pequeñas esferas. Como una nube de polvo, las esferas empezaron a rodear las naves enemigas de la Flota Internacional y entonces, volaron hacia nosotros.

- Maldita sea. Sondas furtivas de la FI.

Eran esferas explosivas, controladas por sistemas de inteligencia artificial y con poder de fuego suficiente para abrirle agujeros a este Gigas o destruir gran parte de las naves pequeñas de la Flota.

- Baterías preparadas en rango de tiro. Disparen a la orden del Arcángel.
- ¡Fuego! - dijo una voz extraña en el altavoz de Opera. Todas las naves abrieron fuego contra las esferas.

En un segundo, explosiones de cegador blanco llenaron el espacio. Dentro de la nave sólo se escuchaba el retumbar de los cañones disparar sin cesar. Uno de ellos era manejado por Vince. La nave maniobraba en el vacío mientras las baterías intentaban destruir las esferas antes de que nos alcanzaran. Los dos scouts giraban protectores alrededor nuestro cómo electrones de un átomo. Cuando todas las esferas habían desaparecido, un veinte por ciento de la Flota se había ido con ellas. Entonces las Valkirias vinieron por nosotros.

- Tres valkirias en formación Delta a las diez en punto. Elevación menos treinta y siete grados - dijo el copiloto.
- Batería uno y tres destrúyanlos. Dos y cuatro protejan flanco.
- Capitán, los cruceros aún mantienen posición en el horizonte de frenado.
- Dame la situación táctica.
- Las fragatas solares de nuestra escuadra están cargadas al ochenta por ciento. Saldrán del Arcángel en 30 segundos.
- Mantendremos esta línea - dijo el capitán -. Ninguna Valkiria pasará. Las fragatas los rociarán en cuanto se unan a nuestra formación.

Sentía los cambios de aceleración en mi cuerpo mientras girábamos abajo e izquierda. Vi por un instante las tres estelas de los impulsores de las valkirias antes de volver a girar.

- Valkirias enemigas cargando disruptores iónicos.
- ¡Escudo a cúpula! - grito Axe -. Prepara misiles.

Escuché los brazos mecánicos subir a toda velocidad el escudo al techo. La ventana de la cúpula se oscureció y la nave quedo iluminada por los tenues hologramas y las luces rojas de emergencia. Escuché varios golpes contra el casco de la nave. Impactos de los disruptores menores y entonces, un golpe realmente fuerte. Dudé que el escudo anti-meteoritos de un Gigas soportara el impacto de disruptores iónicos centrales.

- Aquí hay algo nuevo para las Valkirias - anunció el capitán.

Las turbinas atmosféricas apuntaron sus escapes en direcciones opuestas, encendieron los jets y el Gigas entero rotó 180 grados sobre su propio eje, cómo la rotación de un planeta. El estómago de la nave quedó expuesto a las valkirias. Los cañones de las cuatro baterías funcionales descargaron todo su poder de fuego contra los tres vehículos. La bahía de carga se abrió y un misil termonuclear voló al centro de la formación enemiga. Los jets giraron e impulsaron con toda su fuerza a la nave para alejarnos del misil. El escudo volvió se posó bajo la nave. En el holograma táctico, las tres valkirias estaban demasiado ocupadas tratando de evadir el fuego de las baterías para poder interceptar el misil a tiempo.

Dicen que las naves de clase Valkiria son el vehículo perfecto. Un blindaje superior al de cualquier tipo de nave de asalto de un piloto, gran armamento y capacidad para cargar cuatro soldados con bastante carga. Sin embargo, al verlas sucumbir a la explosión del misil, parecían papel arrojado a una hoguera.

- ¿Qué dices Leo? - preguntó el capitán al teniente -. ¿La FI ya olió nuestro plan de las fragatas solares?
- No capitán.
- ¿Mordemos su anzuelo y atacamos los cruceros?
- Es mejor que defendamos el perímetro de las valkirias.
- Conéctame con el Coronel Kallan.

- Nave insignia Apollo, aquí el Coronel Kallan - escuché en el canal privado de mi traje.
- Aquí nave insignia Opera, capitán Axe. Solicitamos permiso de abandonar formación y cargar contra la línea de cruceros de la FI.
- ¿También quiere morder su anzuelo, Axe?
- Nuestros muchachos se defienden sin problemas de las Valkirias. Mis dos Scouts aún están funcionales y si esperamos a que ejecuten su plan, sea el que sea, podría ser peor. Digo que es mejor atacar ahora que no saben de nuestras fragatas solares antes de que se destapen nuestras cartas.
- Bien Axe, adelante.
- Gracias Coronel, fuera.

- Axe a los Scouts. Formación Pared tras la solución de fuego de Opera.

Eso, si no entendí mal, era decirle a las dos pequeñas naves de asalto que cuidaran la retaguardia.

- Atención artilleros. Solución de fuego frente a Opera. Rango de aspersión de 40 grados. Apunten y disparen con concentración. No sabemos que tipo de armamento tengan los cruceros de batalla. Leo, escudo al frente. Microimpulso en tres, dos...

Mis músculos sintieron el empujón hacia mi derecha cuando el impulsor espacial de la nave nos lanzo hacia la línea de cruceros. Las baterías abrieron fuego inmediato hacía el frente y en el holograma se veía como los cruceros empezaron a retroceder. Los scouts dispararon a los lados, aunque el armamento de un scout no pudiera penetrar realmente el casco de un crucero. Vi un patrón, los cruceros se retiraban, huían, pero los de alrededor se acercaban, rodeaban. Destruimos dos, tres, cuando el cuarto crucero explotó lo entendí. Tal como un glóbulo blanco rodea un virus hasta ahogarlo.

- ¡Salga por debajo de la línea de fuego o nos rodearan! - grité a un capitán demasiado concentrado en eliminar metódicamente cada crucero.

Demasiado tarde. Una vez más, cientos de esferas salieron de las escotillas de los cruceros y se dirigieron hacía el Gigas. Una sola que nos alcanzara abriría un agujero inmenso en el casco.

- Retirada, doce en punto, elevación menos noventa grados ¡YA!

Nos movimos, pero nuestra ruta de retirada impedía a las baterías establecer una línea de fuego que protegiera a la nave de las esferas. Los scouts eran nuestra esperanza.

- No podemos contener tantas sondas - dijo un piloto.
- Hagan su mejor esfuerzo, cuando sea demasiado tarde, escapen a las tres y a las nueve.

Lo que quería decir: Si están a punto de morir, corran en direcciones contrarias a nosotros.

- No capitán.

Los dos puntos dorados que protegían al Gigas desaparecieron del holograma táctico en una nube azafrán. Sobrecargaron sus reactores creando una explosión direccional y llevándose una buena parte de las esferas con ellos. No fue suficiente, varias esferas atraviesan la nube eléctrica del estallido y siguen tras nosotros.

- Capitán, con cuatro artilleros, sin línea de fuego y sin scouts no podremos acabar con las esferas. Aún falta mucho tiempo para microimpulsarnos de nuevo.
- Toma el mando como piloto Leo. Ya regreso.

El capitán se soltó de la silla del piloto y flotó hacía el holograma táctico. Se desconectó el adaptador Synapse de la nuca y conectó varios cables que salían de la mesa del holograma. Me miró y me habló.

- Te haré tu examen de admisión a la Flota, Edward.
- ¿Qué?
- Dime, ¿Por qué si usamos poderosas armas de energía enfocada aún hay misiles en servicio?
- ¿Capitán?
- Responde la pregunta.

El holograma táctico se apagó y un programa apareció. No lo reconocí y parecía un sistema de sólo texto.

- Los cortadores de plasma, disruptores iónicos, armas de impulso, lasers y aceleradores de antimateria son unidireccionales. Al ser disparados su vector de movimiento no cambia. Los misiles pueden ser teleguiados, cambiar de dirección en caso de que el objetivo intente evadirlos y lograr un blanco más preciso.
- Bastante bien Edward. Esos años de “saber cocinar” te han servido.

Me sentí idiota. En la terminal de la mesa empezaron a aparecer largas líneas de texto. Sabía que era algún tipo de código de programación, pero no lo entendía. Sólo veía demasiados paréntesis.

- Ahora dime Edward, si los misiles son tan buenos, ¿Por qué no los usamos siempre?
- Los misiles se pueden interceptar y destruir con armas direccionales antes de que impacten un objetivo. Perdiendo su capacidad destructiva y efectividad.
- Exacto. Esas sondas que nos persiguen, ¿Qué crees que son?
- ¿Las esferas?, creo que son misiles inteligentes.
- Yo creo, Edward, que incluso los cruceros estaban controlados por inteligencia artificial. Ninguna nave tripulada dejaría que la destruyeran tan fácilmente. Un Gigas vale lo que diez de esos cruceros y el entrenamiento de mi tripulación lo que cien de ellos. ¿Cómo destruirías a esas sondas controladas con inteligencia artificial?
- Los scouts habrían podido destruirlas si hubieran tenido más espacio. Quizás incluso las baterías, pero las 4 baterías de la retaguardia no tienen artilleros. Se necesitaría una...
- Inteligencia artificial más “inteligente” - completó el capitán -. Que la IA de las sondas. Una IA superior que controlara las cuatro baterías de retaguardia que no tienen artilleros.
- Sí, pero se necesita un programador increíble para diseñar una IA en un instante que haga eso. Un hacker nato.
- De nuevo, estás en lo correcto Edward.

El holograma donde antes había largas líneas de texto y paréntesis cambia por la frase “compilado”. Veo como el capitán da la orden de ejecutar y reactiva el holograma táctico. Escucho ruidos mecánicos de las baterías cinco a ocho desplegándose e iniciando fuego contra las esferas. Explosiones múltiples muestran como muchas de las esferas empiezan a desaparecer, una tras otra. Pero en la segunda ola de fuego, las esferas esquivan varios de los disparos. La verdadera lucha de IAs inicia. Un ser humano podría adaptarse en un instante a los saltos y giros de evasión de las esferas, pero una IA debe reconocer el patrón. A medida que los movimientos de las esferas se vuelven mas complejos, el orden de fuego de las baterías también. Una danza compleja de guerra, bolas de fuego que se extinguen tras cada impacto. Sólo diez esferas restantes en movimientos tan duros de predecir como las mareas del mar. Las baterías dan lo mejor de si mismas al tiempo que los limitados cohetes de impulsión de las esferas no se dan por vencidos en la lucha

- ¡El impulsor espacial está listo y cargado! - grita el copiloto.
- Ruta de vuelta al perímetro, ¡Regrésanos ahora!

La nave gira enfocando su nariz hacía el arcángel, las baterías de retaguardia pierden por un segundo la línea de fuego, una sola esfera se acerca a nosotros. El impulsor espacial se enciende, una sacudida más fuerte que antes se siente en toda la nave, volvemos en un segundo al perímetro alrededor del Arcángel.

- ¡La sonda impactó en batería cuatro! - informa el copiloto -. ¡Baterías tres y cuatro perdidas!

Vince.

- ¡Maldición! - grita el capitán -. Sello hermético en escotillas tres y cuatro. Conéctame con el coronel.
- Aquí Coronel Kallan.
- Los cruceros no están tripulados. Ataque suicida al Arcángel inminente. Quieren rodearnos y luego lanzarnos sus malditas sondas sin importar las perdidas.
- Como glóbulos blancos. Las fragatas están listas. Usaremos poder de fuego máximo.

Vince.

- Tomaré el mando de mi escuadra de fragatas solares. Envié las diez a mi formación.
- El capitán Fiji murió hace poco. Es usted el segundo oficial de mayor antigüedad. Estará al mando de treinta fragatas. Tiene permiso de usar su arsenal termonuclear a discreción. Las fragatas están en camino.

Lágrimas. No lloraba hace mucho. Veo gotas de agua flotar dentro del casco de mi traje. No me muevo, no siento nada, sólo observo. Observo.

- Edward. ¡Edward!
- Capitán... Vince...
- Mirame, mirame. ¿Ves el holograma táctico?, hay mil doscientos cruceros en una curva rodeando nuestro perímetro. Tenemos veinte cabezas nucleares Y treinta fragatas solares. ¿Qué harías Edward?

¿Por qué yo? ¿Para qué quiere que yo responda esto? ¿Qué quiere de mí?

- No deshonres a Vince, Edward, dilo rápido.
- ¿¡Capitán que está haciendo!? - le grita el copiloto.
- Silencio Leo. Edward, ¿Ves el holo?, las fragatas están aquí. ¿Qué harías tú?

Las lágrimas no dejan de salir. El agua en mis ojos y el casco nublan el holo táctico. Vince. Vince.

- Las fragatas solares absorben energía directamente de la fotosfera de las estrellas. El sol de Rashya es bastante fuerte y de una clase ligeramente superior a los soles normales de sistemas con planetas habitables. Si las fragatas abrieron sus pétalos en el sol de Rashya, podrían lanzar sus rayos fotónicos en modo de dispersión. Pero eso se lo espera la FI. Probablemente activaron escudos fotónicos en cada crucero, haciendo inútil la primera oleada de disparos, gastando energía de las fragatas y relanzando sus esferas que parecen ser ilimitadas o por lo menos muchísimas. Primero han de disparar en modo de dispersión pero a la más baja frecuencia las treinta fragatas. Los cruceros gastarán así el poder de sus escudos fótonicos creyendo que es el ataque real. Avanzaran a alta velocidad hacía nosotros y nos rodearan. Las fragatas giraran y apuntaran alrededor matemáticamente contra todos los cruceros, sin disparar. Los cruceros lanzarán sus esferas. Todas. En ese momento, las fragatas dispararán a máximo poder toda la energía cargada, eso freirá a las esferas. Sin esferas, usaremos diez de las cabezas nucleares en puntos estratégicos para acabar con la mayor parte de cruceros posibles. Las valkirias y naves de asalto de la Flota se encargaran de los cruceros sobrevivientes antes de que produzcan más esferas.

¿Por qué dije todo eso? No parecía yo hablando, no sentía que esas palabras salieran de mi mente. Sólo fluían, no las pensaba. Pienso en Vince, recuerdo cuando lo conocí, recuerdo su sueño de ser piloto de la Flota. Recuerdo los cinco años que estudiamos para ser parte de esto. ¿Por qué dije todo eso?

- Somos la única nave con misiles nucleares a bordo. ¿Por qué quieres que los conservemos Edward? ¿Por qué sólo disparar diez y dejar el resto a las naves de asalto?
- La nube azul - levanté mi mano y señale en el holo táctico -. Hay otra nave, una grande, viene en camino, no debería tardar tanto en salir de velocidad subluz. Para esa nave son las diez cabezas nucleares.

Cerré los ojos.

Abrí los ojos en la primera explosión. El sonido no se propaga en el vacío, pero la luz incandescente del impacto nuclear fue suficiente para que abriera los ojos. ¡Usaron mi plan! Nada de lo que dije tenía un mínimo de sentido militar, pero el capitán Axe siguió al pie de la letra mis instrucciones. Dos, tres, cuatro, diez explosiones. El holo táctico mostraba cómo todo lo que dije dio resultado. Y como tras las diez explosiones, la que antes era una nube azul de radiación, se convirtió en la última nave en aparecer de la Flota Internacional.

No era una nave, era una estación masiva de guerra. Tan grande, tan poderosa y tan móvil como un Arcángel. Nunca había visto una real, sólo conocía su nombre y los dibujos 3D que se encontraban en el Synapse. Nadie conocía su poder real de fuego, su capacidad de carga de combate ni su sistema de impulsión. No se veían cohetes, ni impulsores ni estelas de reactores de fusión. Sólo la imponente estructura. Un Persephone

- Mierda - dijo el copiloto -. Esa cosa no la hunde ni nuestros diez misiles juntos.
- Los misiles no llegarían jamás - comentó el capitán -. Tendríamos que estar por lo menos a cien kilómetros al lanzarlos para evitar que sean derribados.

- Esté es el coronel Kallan. Naves de asalto, continúen barrido de cruceros. Capitán Axe, ejecute un microimpulso hacía ese Persephone y descargué sus diez ojivas contra él.
- ¿Un ataque suicida Coronel?
- Confíe en la Flota, capitán.

- Haremos el microimpulso.
- Señor - dijo el copiloto -. Fue un honor servir bajo su comando todo este...
- No seas idiota Leo. Impúlsanos ya.

El impulso nos llevó a varios kilómetros atrás del Persephone. La mitad de la vista la ocupaba esa blanca y azul mole. “Flota Internacional” decía en letras oscuras y pequeños puntos empezaban a moverse en su superficie. Torretas de defensa. Nos apuntaron, nos destruirían, no lo hicieron. El Arcángel uso sus inmensos impulsores para llegar a la línea de fuego del Persephone. Ambas estaciones de batalla abrieron soluciones de fuego contra la otra de manera incesante. El capitán Axe reprogramó los misiles para que la prioridad no fuera la velocidad de impacto sino evadir y llegar seguros al blanco. Pequeñas explosiones se abrían paso capa tras capa de blindaje en el Arcángel y el Persephone. El espectáculo era lo más cercano a ver la lucha entre los dioses del Olimpo de los cuentos. Nos alejamos cuanto pudimos una vez lanzamos los misiles. Tras las explosiones continuas, el Persephone se partió en dos cómo el tronco de un árbol cayendo ante el láser del leñador.

El Arcángel siguió castigando los restos de aquel Titán hasta que sólo astillas quedaron de él. Las naves de asalto capturaron las cápsulas de escape y pequeñas naves de emergencia que emergieron de sus entrañas. El Synapse llamó a está la Batalla de la Diosa y el Ángel. Vince, el otro artillero llamado Dan y los demás soldados muertos fueron condecorados y tuvieron un funeral con honores en orbita dentro del Arcángel. No vi al capitán Axe desde que nos acoplamos al Arcángel tras la batalla hasta después del funeral.

- Catorce sondas, una valkiria, tres cruceros. - me recitó el capitán -. Esa fue la cuota que Vince se llevó con él.
- Los números poco importan cuando se está muerto. - le respondí.
- Toma - me dijo, entregándome una funda con algo adentro que reconocí de inmediato.
- ¿Qué es esto?
- Un cuchillo. Nanotubos de carbono reforzado con aleaciones de la Flota.
- Sé lo que es, pero ¿Por qué?
- Míralo.

Saqué el cuchillo de su funda. Tenía un micromotor de vibración sónica estándar como cualquier viejo cuchillo ceremonial, pero en su hoja había una inscripción. El escudo de la Flota de los Tres Soles y el nombre “Opera”.

- Cuando un recluta se gradúa como soldado profesional de la Flota, se le entrega esto como símbolo del lugar al que pertenece, junto al nombre de la nave a la que servirá en la guerra.
- Así que soy de su tripulación. ¿Un artillero?
- No. Demostraste que tu lugar no está en los camarotes-batería sino en la sala táctica y sólo hay un rango en mi nave que te mantendrá ahí.
- ¿Estratega?
- Cocinero.

Hace veintiún años que eso ocurrió. Uno de mis recuerdos. Una de mis más importantes memorias que lucho por retener mientras continúa el infierno de dolor que significa la regeneración de mi cuerpo. Una de las historias que mi mente pierde para siempre cuando el proceso termina y resucito como Edward Lorentz de nuevo. En Presea, la luna del presidente Axe.

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