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Opera en el vacío - Capítulo 18

La comunicación nos hizo inteligentes. Sentientes. Es el mecanismo evolutivo con el que perpetuamos el conocimiento y la experiencia. Con ella nacieron conceptos como los sentimientos, el arte y la especulación del futuro. Muchos de esos sentimientos sólo son posibles cuando compartimos lo que nuestro cerebro compone con otro individuo. Como el amor.

Mitsuki reflexionaba eso a bordo de la nave-prisión. Axe le cortó el cuello a Shiro en Presea y él decidió dejar la herida en su lugar, perdiendo el habla para siempre. Ella apoyó y entendió su decisión, pero seguía insegura en su mente.

Franz Miller, presidente de Xenos, les encomendó la misión de ir a la prisión “Alegría” del Congreso. Eliminar cualquier resistencia o testigos y silenciar a Cris Tanner.

Así lo hicieron.

Tras la misión, los Cobradores, Mitsuki y Shiro, pasaron tres días en la oscuridad metálica de la prisión, asegurándose que nadie más viniera. Franz sospechó que Axe podría enviar a alguien y ellos confiaban en el juicio de su jefe y amigo. Suficiente tiempo para que Mitsuki reflexionara acerca de Shiro.

Ellos se comunicaban de otras formas. Compartían un enlace Synapse cerebral para intercambiar pensamientos. Habían hecho el amor incontables veces e incluso dieron el siguiente paso hace tiempo, sincronizando sus mentes en más de una ocasión. A diario, un simple gesto les daba a entender más que un millón de frases ¿Qué cambio tenía el no poder decir en palabras lo que ellos ya sabían?

Los sensores de movimiento los alertaron. Una nave se acoplaba al casco lateral de la prisión, cortando la cubierta y entrando a la fuerza. Una nave de perturbante similitud a la Opera que ambos vieron estallar en Presea.

Shiro sintió la inseguridad en Mitsuki. Flotando como estaban, Shiro giró hasta estar frente a ella, la tomo en sus brazos y la miró un largo rato a los ojos antes de prepararse para el asalto. Fue todo lo que Mitsuki necesitó. Era tiempo de trabajar.

DIEZ MINUTOS ANTES

- ¡Llegamos! - gritó Fyona.
- Tres malditos meses y medio. Esto le pasa a Axe por ahorrar en calculadoras - gruñó Ed.

Pasaron tres meses y medio desde la batalla por Presea. Axe les había dado la misión de liberar a Cris, exesposa de Ed, de prisión. Una nave-cárcel que volaba en círculos a velocidades cercanas a la luz. El tiempo dentro de la nave era una fracción del tiempo en el mundo real. En otras palabras, mientras Ed tardó diez días en llegar desde Presea a la prisión, habían pasado casi cuatro meses afuera de su nave.

- Sólo sentimos ciento dos horas de vuelo - respondió Fyona -. Hay que acoplarnos a la prisión y romper su coraza.
- Leí el plan de Axe - alegó Ed -. Ahora sólo queda enfrentarnos a los Nanties. ¿Recuerdas lo que te enseñé?

Era la décima vez que Ed lo repetía

- Los Nanties son guardias de seguridad cuyo sistema nervioso está infestado de nanomáquinas - repitió Fyona desinteresada, fingiendo hacer la voz de Ed -. Sus cerebros están deteriorados por lo que son un rebaño de imbeciles, pero sus cuerpos se regeneran casi al instante, por lo que es difícil neutralizarlos.
- ¡Que inteligente! - dijo Ed, sarcástico -. ¿Cómo los matas?
- No voy a matar a nadie - aseguró Fyona.
- ¿Cómo se neutraliza a un Nantie que desee atentar contra tu vida? - respondió Ed, fastidiado de siempre seguir la misma rutina.
- Ya sabes que lo sé, no tenemos que hacer esto.
- Fyona...
- Sus cerebros están deteriorados. El Congreso los controla grabando en sus mentes que sólo el filo del metal desactiva sus nanos.
- ¿Entonces cómo los matas?
- Cortándolos con un cuchillo.
- ¡NO! Disparándoles en la cabeza de modo que no les quede cerebro para creer en la estupidez del cuchillo. Sólo los cortamos en caso de emergencia.
- No le voy a disparar a nadie.
- En estos diez días me quedó claro que te mueves en caída libre como profesional. Estamos asaltando una base espacial del Congreso, necesito quien me cubra.
- Estamos rescatando a tu esposa. Además los nanties son como tú, hiciste lo mismo con nanomáquinas para no morir en Presea.
- Exesposa - aclaró Ed -. No es algo que me alegre.
- Así se llama la prisión. Alegría.
- Siempre me gustaron los nombres del Congreso.

El programa automatizado de la nueva Opera movió la nave hacia el casco de la prisión y una sencilla antorcha de plasma corto varias capas de blindaje hasta penetrar dentro.

- Pensé que ponían mejor seguridad a estas prisiones. Toma tu arma Fyona, hora de trabajar.
- ¿Cuánto me gano en este trabajo? - preguntó Fyona.
- ¿QUÉ? - gritó Ed con incredulidad.
- Axe te paga ¿No? Si él te paga, merezco un porcentaje.
- ¿Qué opinas del derecho a no ser lanzada por una escotilla en la mitad del espacio?
- No lo harías. No me adoptaste para lanzarme por una escotilla.
- Estoy reflexionando la idea. Ahora concéntrate y dispárale a la primera cosa fea que se mueva.

Fyona apuntó su arma a la cabeza de Ed y le hizo un gesto burlón. Ed la ignoró, empuño un arma en su mano derecha y el cuchillo de la flota en la izquierda. Activó sus botas magnéticas para caminar en la prisión y decidió que no dejaría que Fyona tuviera que disparar.

Ninguna alarma sonó. Eso no era bueno. Rompieron toda una capa de blindaje, era imposible no ser detectados. Fyona y Ed habían planeado como romper la primera línea de defensa, pero no había ninguna. No, probablemente los guardias tenían una alarma en sus cerebros. Están plagados de nanos, no es loco pensar que sus cerebros tienen conexión permanente al Synapse. Ed decidió arriesgarse y entrar.

La prisión parecía muerta. Ningún nantie, sonda de seguridad, nada. Sólo pasillos de acero oxidado y una luz naranja y triste. Todo en ese lugar olía a emboscada.

- Fyona, el plan cambió. Usaremos el plan C - le dijo Ed en un susurro a la niña que flotaba tras él.
- ¿¡C!? Pero aun no sabemos que las condiciones del B sean imposibles.
- No discutas. Ya sabes que hacer.

Fyona se alejó de Ed en la dirección contraria. Ed continuó caminando hacía donde, según Axe, estaba encerrada Cris. Tras cruzar dos pasillos, llegó a la Plataforma de Mínima Seguridad para Criminales Ridículos. Era una sala grande con celdas por todas partes organizadas de manera hexagonal. Como un gran panal de abejas psicóticas. Los presos parecían los huesos de un ser humano cubiertos de piel. No les daban calfusina a los internos, por lo que la microgravedad afectaba sus cuerpos. Perdían musculatura y masa ósea. Tal como los pioneros espaciales de la humanidad, perdidos en el tiempo.

¿Cris se vería igual?

Ed flotó rápidamente al techo, examinando los presos en cada celda, hacia la celda de Cris. Contra el techo se podían ver los cuerpos muertos de varias personas. Ropas abultadas de un café oscuro, cabezas calvas, ojos artificiales. ¡Nanties!

Ed escaneó con sus ojos todo el lugar y luego con gafas térmicas tan rápido como pudo. Nada. Señales de calor de las celdas, frió total en el techo, suelo y alrededores. Era una trampa obvia, pero no encontraba al enemigo. Pequeñas esferas de sangre de nantie volaban libres por el lugar. Ed se apresuró a la celda de Cris.

Una esquelética mujer, de pelo rubio y largo, flotaba inerte en una celda. Sus ojos de un azul grisáceo miraban fijamente hacía afuera de la celda, aunque Ed sabía que desde adentro ellos no veían más que una pared opaca. Un disparo limpio, probablemente de un pulso de plasma, atravesaba su frente. No había sangre, el disparo había cauterizado la herida.

Una ligera brisa en la mejilla alertó a Ed de lo inminente. Dio una patada tan fuerte como pudo a la pared de la celda y salió despedido en la dirección contraria. Al mismo tiempo, una blanca espada, como el cristal, rozó su cara. Shiro no esperaba que Ed esquivara su limpia estocada.

Ed disparó incontables ráfagas con su Phalanx a los cadáveres de Nanties, haciendo que Mitsuki saliera detrás de ellos. Se habían escondido ahí desde un principio. Shiro volvió a cargar contra Ed, quien interceptó la espada con su cuchillo. Ambos volaron en direcciones contrarias tras el choque y frenaron en paredes adyacentes.

- Shiro pide disculpas por haber llegado primero - gritó Mitsuki -. Y en el nombre de los dos te da nuestras condolencias por la perdida de tu esposa.
- Gracias por el sentimiento - dijo Ed, con voz fuerte -. Sólo hay un problema.

Ed disparó tan rápido como pudo a donde a Shiro, mientras ambos saltaron para esquivar y volver al asalto. Él sabía que no era tan bueno como Axe en combate cuerpo a cuerpo y tendría que salir de esto con táctica. Disparó una cuerda magnética al suelo de la prisión y la usó como catapulta para quedar debajo de ambos. Boca abajo, con sus pies apuntando a la pareja, disparó más ráfagas. Una de ellas impactó el hombro de Mitsuki, pero su traje absorbió todo. Era obvio que en modo ráfaga, su pistola no tenía la energía para atravesar esa ropa.

- ¿Problema? - preguntó Mitsuki.
- Sí - dijo Ed riendo, cuando notó una línea láser apuntando a la cabeza de Mitsuki.

Shiro notó también el punto de francotirador. Mitsuki interpuso su mano entre el láser y su cabeza, esperando que el disparo fuera absorbido por su guante. Un sonido seco retumbó. Al mismo tiempo, una esfera metálica, caliente al rojo vivo, electrocargada y acelerada a la velocidad del sonido, atravesó la mano de Mitsuki y falló por centímetros su cabeza.

- ¡No mataron a Cris! - gritó Ed.

Fyona había hecho su parte. La pareja no esperaba un rifle de pulso. Ed sacó una pequeña esfera de una bolsa en su cinturón. La activó y decidió confiar en Axe cuando dijo que eso abriría la celda. Apuntó a una celda que estaba a algunos metros de la celda de Cris y la lanzo con tanta fuerza como pudo. La esfera impactó la pared de la celda, atravesó y desactivó su campo, liberando a una prisionera de ella.

- Cris no tiene ese color de cabello - aseguró Ed.

Una mujer, muy parecida a aquella muerta, pero de un rubio más oscuro y dorado, saltó de su prisión. Voló hacia Ed con expresión vacía, quien le lanzó su cuchillo de la flota. Ella rió, atrapó el cuchillo y se lanzó hacia Mitsuki.

Ella sí era Cris.

Ed disparó a Mitsuki varias veces, apuntando a su mano recién impactada. A juzgar por su expresión, los disparos estaban haciendo efecto. Shiro saltó con su espada lista a empalar a Ed. Ed tuvo tiempo de ver el cambio en el cuerpo de Cris. No era esquelética como los otros presos, sino estilizada. ¿Cuánto llevaba en la carcel? ¿Cuarenta días? En ese tiempo entrenó su cuerpo cada día para pelear en gravedad cero. En ese tiempo conoció a otra interna muy parecida a ella y la convenció de intercambiar celdas.

Cris había planeado este momento en el año y medio que había pasado en el mundo real. Los cuarenta días que había pasado en la prisión.

Más que pelear, Cris bailaba con Mitsuki. En cada paso de baile intercambiaban golpes de la espada y el cuchillo. Luego volvían a dar un giro y regresaban a bailar.

Fyona no tendría otro disparo de sorpresa como hace un rato y el plan C establecía que no se movería de su posición de francotirador. Ed modificó la capacidad de disparo a aturdidor de máxima energía y lo apuntó al rostro de Shiro. Shiro uso su espada como escudo y siguió su curso de impacto. Ed disparó.

La descarga impactó la espada, sin afectar a Shiro, pero la resonancia del disparo hizo vibrar la espada como una campana, dándole tiempo a Ed para lanzar otra cuerda magnética, flotar en parábola hacia Cris, robar a Cris de la pista de baile y correr tan rápido como pudo hacía la salida de la plataforma.

- Has perdido peso - dijo Ed.
- Has perdido estilo - dijo Cris.

Cris tenía múltiples heridas en su cuerpo, tal como Mitsuki. La sangre empezó a ser evidente a medida que manchaba su ropa de presidiaria. La pareja de cobradores se lanzó en persecución y usaron algo que Ed no recordó que tenían. Pistolas.

Fyona voló a toda velocidad por los pasillos de la prisión hacia la escotilla de Opera, seguida de Ed y Cris. Uno de los disparos de Shiro dio limpiamente a Ed en la misma pierna que el padre de Fyona había herido en un pasado distante. Ed no tenía carga en su arma y sólo podía correr, manteniendo a Cris en sus brazos tan fuerte como pudo.

Un fuerte sonido de sirena se oyó y las luces naranjas cambiaron a un rojo intenso. Shiro y Mitsuki habían asegurado, sellado y asesinado a los guardias de la Plataforma de Mínima Seguridad, pero las otras plataformas reaccionarían tarde o temprano. Decenas de nanties salieron de todas partes, empuñaron sus largos bastones de mando y cargaron por igual contra los cinco.

Ed tuvo que usar su cuchillo.

Shiro y Mitsuki se defendieron mucho mejor de los Nanties, que parecían caer estupidamente aun si las espadas sólo les tocaban un brazo. Esto hizo que más Nanties ignoraran a Ed y atacaran a los cobradores. Ed aprovechó para apresurarse, con un brazo rodeando a Cris y con el otro agitando erráticamente el cuchillo, esperando cortar tantos Nanties como pudiera.

Uno de los Nanties golpeó en la espalda a Ed con su bastón. Los bastones despliegan diez micro-descargas por segundo, lo que no le da tiempo al sujeto de sentir dolor, sino simplemente perder movilidad en sus miembros. Ed siguió flotando al frente por la inercia del golpe, soltó a Cris de sus brazos y empezó a pensar en la tentadora posibilidad de perder el conocimiento. Fyona lo vio y se lanzó a él, disparando a la cabeza de un Nantie en el proceso.

“Que buena tiradora es Fyona” pensó Ed sin pensar.

En ese instante, Cris volvió a bailar en el aire para esquivar a los Nanties y recibió un impacto completo de la pistola de Shiro en su pecho, seguido de otro en su estomago.

El tiempo se congeló para Ed. Su adrenalina fluyó al máximo, dándole control sobre su cuerpo y rescatando a una Cris moribunda que dejaba un rastro de sangre en su camino.

- Edward y Cris - dijo Cris.
- Aquí estoy Cris. - respondió él con voz firme.
- No idiota. “EDWARD Y CRIS” - gritó Cris con su ultimo aliento.

Ed despertó. Los disparos seguían y los Nanties no habían perdido el interés en él. Sabía que era un cuerpo sin vida, pero decidió seguir aferrado a Cris y correr a la nave junto a Fyona. “Edward y Cris” repitió Ed en su mente, grabando la frase.

Ed alcanzó la entrada y sin mirar atrás selló la escotilla. Shiro y Mitsuki, rodeados de Nanties, vieron con horror como Opera se despegaba de la prisión, dejando un agujero en la cubierta que no sólo los lanzaría al vacío del espacio, sino también los dejaría flotando como cuerpos acelerados a velocidad relativista. La sola radiación asesinaría cualquier cosa orgánica al instante. Así, Opera se alejó de aquella nave-prisión, fue rodeada de una brillante esfera blanca y desapareció, saltando a otro punto de la galaxia.

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